…y no parece que tenga intención de volver.
Hola:
Antes de escribir esto he pensado detenidamente si valía la pena o no. Al fin y a la postre, ataques como el que ha sufrido Chen Xiangwei, en mayor o menor medida, se producen cada día aquí en Cataluña. Buena prueba de ello fue la ofensiva al Rey de este pasado lunes en tierras tarraconenses. Otra más. Y esto, lamentable es decirlo, llega un momento que inmuniza tu irritación, venda tus ojos, tapa tus oídos, y te convierte en mero espectador al que poco o nada le importa lo que le sucede al vecino: ¡bastante tiene uno con lo suyo!
No soy partidario de la provocación como acto reivindicativo. Pienso que hay formas más inteligentes de conseguir un objetivo. Es mi forma de pensar. Dicho lo anterior, no puedo mantenerme mudo ante la barbarie y la coacción. Por ello, he decidido escribir al respecto, aun siendo consciente de que lo que diga puede que le importe un pífano a la gran mayoría. Y lo hago, porque siempre, desde temprana edad, he sido un defensor de la libertad, como ese derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas.
Por encima de todo está la libertad. Una libertad por la que el hombre ha peleado siempre. Desde tiempos inmemoriales las personas han luchado por ser libres. Ha sido la libertad el norte que ha guiado su acción por los distintos estadios: esclavo, siervo, vasallo, súbdito y ciudadano libre. No obstante, últimamente el vocablo se ha ido prostituyendo. De tal forma, esa facultad natural que por otro lado siempre ha llenado la boca de los más intransigentes, ha acabado confundiéndose con la contravención desenfrenada de las leyes.

Este contenido sólo está disponible para suscriptores.
Acceda al área de miembros y regístrese.
No tiene ningún coste, y podrá acceder libremente a todos los contenidos.
Regístrese