¿De qué sirve votar si luego se adecúa el resultado a conveniencia?
Hola:
Hace un par de días tuve un sueño raro, de esos en los que no eres partícipe sino simple espectador. Nunca he sido proclive a creer en los sueños, en su significado. Los he tenido de todo tipo y hasta ahora no he encontrado, o sabido encontrar, en ellos ningún mensaje trascendental. Tampoco creo que éste lo tenga, más allá de no ser protagonista de él. Permitidme que lo resuma a continuación.
«Cuatro personas que se proclamaban doctores se disponían a acudir a un poblado situado en la altiplanicie de un país, con el ánimo ungido de curar los males que aquejaban a la inmensa mayoría de los pobladores. Los cuatro galenos marchaban provistos de su correspondiente cabás de primeros auxilios, si bien el tamaño de éste variaba de unos a otros. Daba la sensación de que uno de los médicos fuera provisto de material suficiente y los otros más bien escasos.
«A lo largo del camino se dedicaban a pregonar su conocimiento, la eficacia de sus diagnósticos y la bondad de sus recetas. Cada cual alababa su método y criticaba el de los otros ante la mirada pasmosa de la gente de distintos países que se cruzaba con ellos. Parecía como si sus entendederas fueran fruto del profundo estudio y de la perspicaz experiencia.
«Su continuo discurso, discrepante y disgregador, demoraba aún más su ya de por si poca presteza por llegar al lugar donde se les precisaba. Transmitían la sensación de que lo importante era discernir quien de ellos debía comandar la expedición. Quien de ellos sería el que diagnosticara la dolencia y recetara la pócima milagrosa que auxiliara al enfermo.
A todos (los políticos), puede que a unos más que a otros, les interesa exclusivamente el poder, por lo que representa el cargo, la poltrona y el dinero y les empalaga el bienestar y prosperidad de los españoles…
«Transcurrido más tiempo del previsto los facultativos llegaron al lugar afectado. Desde la distancia todo parecía en orden. Pero, a medida que fueron acercándose a la urbe se percataron de su vacío. Nadie salió a recibirles, porque nadie quedaba allí. La gente que tuvo fuerzas marchó hacia las montañas y los más débiles habían perecido en sus casas. El viaje no sirvió para nada, porque la nada no necesita médicos.»
El pasado debate ha puesto sobre la mesa, por si alguien no lo sabía, que los políticos no son, para nada, de fiar.
A todos, puede que a unos más que a otros, les interesa exclusivamente el poder, por lo que representa el cargo, la poltrona y el dinero y les empalaga el bienestar y prosperidad de los españoles y de la Nación. Así de crudo y así de real.

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Entiendo y, en cierta media, comparto tu pesimismo. En todo caso, no estoy muy convencido de que al bajar la participación del 50 % demos el primer paso, cuando probablemente esa participación disminuya a costa de los electores más concienciados y honestos.
Apreciado lector:
Gracias por su comentario.
No es cosa de pesimismo ni optimismo. Se trata de realidad, de lo que acontece. Y, esa realidad, tal vez debida a los años, la percibo de modo distante, que no lejano. La distancia es buena por cuanto aporta independencia, cosa que algunos confunden con pasotismo.
Atrás quedó mi cercanía con ideologías que el tiempo puso en su sitio, lejos de proclamas mediáticas que en el mejor de los casos procuraban la adhesión y en el peor el culto, sin opción a utilizar el raciocinio.
Lo actual no es consecuencia de sucesos más o menos próximos. Lo actual se debe a que durante décadas hemos ido permitiendo, quizás sin ser conscientes, hechos que tenían que haberse cercenado. Pero, las cosas son como son y de nada nos sirve llorar sobre la leche derramada.
Puede que esté equivocado, que el riesgo, como usted bien apunta, sea grande. No obstante, a mi criterio, sólo percibo la solución apuntada. No veo al gato predispuesto a cambiar el cascabel por sí mismo.
Saludos.