Bitcoin, el nuevo dinero que desplazará al viejo
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El mundo de las “criptomonedas” se está instalando con fuerza en el universo monetario y todo parece indicar que se camina hacia una nueva concepción del dinero, tal como lo entendemos hoy. Apoyado por el progreso tecnológico, el nuevo dinero se va incorporando como otro medio de pago. En poco tiempo, el viejo estatus del papel moneda irá sucumbiendo a la virtualidad descentralizada del nuevo mundo “criptomonetario”. Algo que por otra parte no es nuevo en la historia de la humanidad donde han muerto y nacido monedas, a la par que lo han hecho las formas de pago.
Es algo que no tiene vuelta atrás. Cada día aparecen más y más monedas virtuales, algunas apoyadas en proyectos que a priori parecen sumamente interesantes y otras gravitando sobre la nada. A fecha de hoy, según el destacado portal CryptoCompare, son más de 1.900 las monedas virtuales que pululan por Internet. Está claro que muchas de ellas morirán tal como han nacido, pero otras, probablemente muy pocas, se consolidarán y perdurarán como nueva alternativa de pago.
Para muchos, el mero hecho de crear una moneda de la nada resulta difícil de digerir. Y no lo digo sólo por lo que respecta a la gente normal, sino también por aquellos poderes públicos que ostentan el gobierno de las cosas, a los que no les cabe en la cabeza que eso pueda ocurrir. Pero lo cierto es que pasa. Para bien o para mal eso está sucediendo. Se trata de una revolución que cambiará los estándares del poder. Y eso a algunos les empieza a preocupar.
…hoy, después de casi una década, aquel proyecto visionario, que conocemos como Bitcoin, es utilizado por infinidad de gente de multitud de países.
Cuando en 2009 unos locos crearon de la nada una moneda virtual amparada exclusivamente en la confianza, la mayoría pensó que eso no tenía futuro. ¿Cómo iba a ser posible que algo intangible, descentralizado, sin autoridad fiscalizadora alguna, fuera del control gubernamental, se utilizara por suficiente cantidad de personas como medio de pago? Pues bien, hoy, después de casi una década, aquel proyecto visionario, que conocemos como Bitcoin, es utilizado por infinidad de gente de multitud de países. Aquella moneda, cuya primitiva cotización se equiparaba a un centavo de dólar, fue poco a poco escalando valor. Su uso como medio de pago se ha ido extendiendo a lo largo y ancho de los cinco continentes y muchos inversores han depositado su confianza en ella. El pasado año el monto de transacciones en “criptomonedas” superó el billón de dólares. Actualmente el mercado de la negociación, sólo referido al Bitcoin, mueve un volumen diario superior a los 8.500 millones de dólares.
La inmensa mayoría de la sociedad, en especial la representada por los países avanzados, está acostumbrada a confiar en la moneda emitida por una entidad gubernamental. Tanto en Europa como en Norteamérica seguimos creyendo que el valor de esos papeles que imprime la autoridad competente está garantizado y además es seguro. Sin embargo, esto no es cierto. Y es que cuando la maquinita de hacer billetes, fabrica más de los que puede garantizar la riqueza del país, el valor específico de la moneda cae, produciéndose una inflación de precios que repercute en un empobrecimiento de la población. La moneda se deprecia y pierde su valor intrínseco, dando lugar a un aumento de la deuda, fruto del aumento del circulante, que como activo financiero del Estado es utilizado para refinanciar y no para amortizar.
…a partir de 1971, desaparecía definitivamente el patrón oro y los gobiernos podían emitir libremente la cantidad de dinero que considerasen oportuna, limitando su cuantía a una hipotética riqueza interna del país que en muchos casos se manipulaba.
Existen innumerables casos, de ayer y de hoy, en los que la garantía del Estado se ha quedado en agua de borrajas. Sirvan como ejemplo lo sucedido en Alemania tras la Gran Guerra, donde el valor de la moneda caía cada hora, y casos más nuevos como el conocido corralito argentino o lo que ocurre en la estimada Venezuela del déspota Maduro, donde el papel moneda pierde valor por minutos. Un verdadero timo del Estado a los poseedores de ese papel garantizado.
Aunque hasta 1971 imperó oficialmente el patrón oro, lo cierto es que tras la I Guerra Mundial se vulneró la paridad que existía entre la cantidad de dinero fiduciario que un Estado ponía en circulación y sus reservas en oro y plata, debido en parte a la necesidad de dinero que precisaron los gobiernos involucrados en la contienda. La medida dio pie a una gran inflación, sobre todo en Alemania. Luego, tras la II Guerra Mundial, se crea el Fondo Monetario Internacional que toma como moneda de referencia al dólar estadounidense, de tal forma que el resto de monedas fluctuarían de acuerdo al valor de este, si bien la Reserva Federal mantendría todavía el patrón oro como referencia y condición.
Posteriormente, a partir de 1971, desaparecía definitivamente el patrón oro y los gobiernos podían emitir libremente la cantidad de dinero que considerasen oportuna, limitando su cuantía a una hipotética riqueza interna del país que en muchos casos se manipulaba. Aun así, la moneda propia seguía manteniendo la confianza de los ciudadanos, amparados por la seguridad que les ofrecía el Estado. Con todo, muchos recordamos como a partir de la mitad de la década de los ’70 del pasado siglo, se suprimía de los nuevos billetes que se ponían en circulación la palabra “El Banco de España pagará al portador”. Se pasaba así del dinero amparado por el valor del oro al dinero fiduciario o fiat, regulado por el Estado, pero basado exclusivamente en la confianza.
Se trata del bitcoin, una moneda que nace limitada en la cantidad y en el tiempo, lo que supone romper con el perverso efecto exponencial del dinero fiat. A diferencia de ello nos ofrece un efecto logarítmico que controla la inflación y la deuda.
Conviene tener presente lo anterior, ya que todavía son muchos los que piensan que esos papeles impresos, en nuestro caso por el Banco Central Europeo, están garantizados y gozan de total seguridad. Pero, lo cierto, es que eso es sólo teoría. En el fondo no es más que una enorme mentira que queremos seguir creyéndonosla. Ni tan siquiera somos dueños de nuestro dinero, de ese que pensamos que nos pertenece. Porque si todos nos pusiéramos de acuerdo y solicitáramos a nuestros bancos que nos devolviesen lo que es nuestro, el sistema quebraría o en su defecto el valor real de cada billete caería en picado.
Frente a ese sistema, en gran medida frustrado y que tarde o temprano quebrará, aparece una moneda virtual que rompe con un esquema basado en la constante creación de masa monetaria. Se trata del bitcoin, una moneda que nace limitada en la cantidad y en el tiempo, lo que supone romper con el perverso efecto exponencial del dinero fiat. A diferencia de ello nos ofrece un efecto logarítmico que controla la inflación y la deuda. Y no sólo eso, también nos brinda algo que revoluciona el concepto de centralidad hoy vigente. En oposición a esa centralidad y dependencia, el nuevo dinero nace descentralizado. Y lo que a priori para algunos puede parecer un inconveniente se transforma en una clara ventaja. Ya no será una única autoridad quien lo fiscalice; será la mayoría quien tomará el control.
Tal vez sea pronto para aseverar que el Bitcoin será la moneda del futuro. Quizás aparezcan otras monedas virtuales que convivan con ella, o tal vez la suplan. Pero a estas alturas, lo que parece cierto es que el actual sistema monetario está más cerca del cementerio que lo ha estado nunca. Al fin y a la postre, en esta vida las cosas, como los seres, nacen y mueren. Nada nuevo bajo el sol.
Saludos.
Nota del autor: Antes de introducirte en el mundo de las “criptomonedas” es preceptivo que te asesores convenientemente. En Internet dispones de multitud de páginas y videos. Pero conviene que sepas que no todo es bueno y de fiar. Personalmente y como forma de iniciarte en este mundo te recomiendo esta página bitcoin.org